viernes, 14 de marzo de 2014

Homilia del domingo de mi vida

Mis queridos amigos en el Amigo Jesús

PAZ, ALEGRÍA Y ESPERANZA EN EL SEÑOR

Creo que la Palabra de este Domingo es toda para mí.  Cómo he entendido eso de “sal de tu tierra…” y la realidad que la acompaña, y mucho más allí donde el Evangelio nos habla de la tentación de Pedro y sus compañeros.  Y los apóstoles, muy humanos, como nosotros, que prefieren el éxito, la gloria, el final del camino sin andar el camino, responden: “Qué bien se está aquí, hagamos tres tiendas...” Quedémonos en lo alto del monte, para qué bajar a continuar el camino difícil. Quedémonos quietos aquí...

No les parece que esta era mi gran tentación.  Sin darse cuenta de que sin hacer el camino no hay final del camino. El que se queda quieto no llega a la vida, el que se queda parado anquilosa sus miembros, paraliza su cuerpo y en lugar de llegar a la vida se atrae a la muerte.  Yo también me hubiera querido quedar en La Plata, pero la voz del Señor

Y mientras nosotros decimos: “quedémonos aquí porque aquí se está muy bien”, el Señor le dice a Abrahán “sal de la casa de tu padre y de tu patria, desestabiliza tu vida y yo te bendeciré. Y a los apóstoles les dice “Levantaos, bajemos del monte, porque soy yo él se encuentra a gusto en el ruido de la calle, en los hogares de los hombres, en tu casa y allí donde estás..

Y quizás es por esto por lo que queremos hacerle tres tiendas al Señor en el Monte, porque nos da miedo tenerle más cerca y menos en mi casa.  Aquí estoy buscando de responder al Señor en esta edad de mi vida como la de Abraham.  Y Dios sigue hablando a voz en cuello para que no lo ignore, aunque a veces me parece que es silencio y a veces me parece que es exigencia.

La confianza de Abram. Dios hace a Abram una petición y dos promesas. La petición: "Sal de tu tierra y de la casa de tu padre". Históricamente, podemos ver en esta frase una explicación del paso del nomadismo al sedentarismo. Todo cambio, no cabe duda, supone esfuerzo, desarraigo y miedo a una nueva realidad. Personalmente, no le sería fácil a Abram aceptar esta indicación del Señor. Mesopotamia era tierra rica fértil y generosa. Pero Abram acepta el reto, nada pregunta y nada responde, y se pone en camino... Subraya este texto la confianza del patriarca que "marchó, como le había dicho el Señor". Hoy debo preguntarme, ¿mi confianza en Dios es tal que estoy dispuesto a salir de mí mismo, de mi tierra, de mis seguridades, para ponerme en camino guiado por Dios? Las dos promesas son los dones que Dios concede a aquél que en El ha confiado: una tierra y una descendencia (un gran pueblo). Ahora ya no se llamará Abram, sino Abrahán, "padre de multitudes".

Quizá lo que nos ocurre muchas veces a nosotros es que no estamos dispuestos a escuchar su Palabra; quizá por eso vivimos una fe desencarnada de la realidad y nos cuesta tanto unir fe y vida. Es la gran asignatura pendiente del cristiano.

No se les parece mucho a mi historia esta realidad?  Pero les quiero decir que todos uds.  me ayudaron mucho en este caminar y en este buscar acertar con lo mejor.  Sin uds. no hubiera podido tener las fuerzas para dar el paso y desprenderme de todos uds.  Esta será mi homilía para uds mis queridos hermanos de La Plata y mi nueva comunidad de Córdoba.  Lo único que mi cátedra serán estas líneas y este medio y Dios nos seguirá hablando de muchas maneras hasta que logremos escucharle a Él.

Sigamos unidos en la oración, la Eucaristía y la vida de cada día—

Bendiciones

Francisco Javier Jaramillo Jaramillo

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