jueves, 24 de abril de 2014

Eres mi vida

“No ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las escrituras? (Lc 24
Para contemplar al resucitado, creer en él y alcanzar la salvación, se nos pide abandonar dos ideas fijas que se han incrustado en nuestra concepción humana de Dios: Que El podría salvarnos con el poder militar o económico como lo hacen los reyes de la tierra y que el sufrimiento no conduce a ninguna parte y hay que desterrarlo de la vida.
El mismo Señor se nos ha colocado en el camino para quitar esa torpeza de la mente, para abrirnos los ojos y enseñarnos que el poder con el que nos salva es su amor misericordioso, que conviene que cada uno se arrepienta de haberse apoyado en el poder humano, y en sí mismo y reconozca que sólo en el amor divino hay sentido de la vida y que este amor necesariamente nos conduce por la entrega y el sufrimiento a la gloria. Así se lo había dicho a Pedro camino de la cruz: el Hijo del hombre tiene que ser burlado, humillado y morir pero al tercer día resucitará, Pedro en reacción se colocó como un obstáculo a ese camino y el Señor le respondió: piensas como los hombres no como Dios.
A los discípulos de Emaús no sólo les explica con las escrituras este necesario camino de sufrimiento y entrega por el que pasa el amor puro y que vivieron los profetas -en el salmo quince se resume: no dejaras a tu fiel conocer la corrupción- , sino que, al partir el pan, se les revela resucitado, les revela el misterio del ser humano: un poderle decir a las personas que amamos mientras comemos: eres mi vida, me importa más tu vida que la mía y aquí te la entrego, este gesto hace presente al resucitado, es haber comprendido que hacemos parte de un manantial de vida que fluye desde nosotros, que no somos nosotros, y que si lo dejamos fluir viviremos eternamente. ¡ahhhhh! que alegría de verdad, entender esto, nos arde el corazón, se colma de sentido la vida concreta de nuestra historia. Es verdad ha resucitado el Señor.

Fray Wilson Ossa Betancur ocd

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